La envidia surge cuando la persona realiza una comparación con su entorno, y observa carencias que no le gustan, lo que le lleva a pensar y expresar deseos bajo sentimientos de frustración y reacciones defensivas.
La existencia y creación de prejuicios se encuentra estrechamente vinculada con la envidia, ya que en nuestra mente creamos un competidor imaginario en base a una percepción nuestra que puede ser o no real, pudiendo resultar peligroso ya que algunas personas se obsesionan, actuando de forma impulsiva e incluso agresiva. Los aspectos más envidiados suelen ser materiales como el dinero o unas condiciones laborales, aunque también surgen aspectos más complejos como la apariencia, la felicidad, el placer o la alegría de los demás.
No debemos confundir la envidia y los celos, ya que la primera siempre hace referencia a algo que no percibimos a nuestro alcance y esto nos genera frustración, mientras que los celos surgen por miedo a perder algo que ya «poseemos» (normalmente relaciones afectivas).
Siempre existirán personas que se encuentren atravesando un momento mejor que nosotros y otras que estén peor, pero lo importante es saber disfrutar de lo que tenemos y con lo que hacemos.