Resolver los problemas

En nuestro día a día, se nos presentan problemas muy diversos que nos generan estrés cuando nuestras soluciones habituales no resultan viables, invadiéndonos entonces multitud de sentimientos negativos como irritabilidad, frustración o incomodidad. Estas emociones y el elevado estrés entorpecen nuestra capacidad para tomar decisiones y ser objetivos.
Normalmente, existen tres formas de actuar frente a un problema:
-impulsiva: cuando actuamos de forma rápida, descuidada y sin pensar, considerando escasas alternativas y ejecutando una de nuestras primeras opciones.
-evasiva: cuando evitamos o posponemos las situaciones conflictivas, esperando que el tiempo juegue a nuestro favor y cese solo el malestar originado.
-racional: cuando generamos diversas alternativas, valoramos la mejor y la llevamos a cabo.
La capacidad resolutiva, es entrenable, ya que algo tan básico como definir nuestro problema, no siempre resulta sencillo; y hacernos conscientes de ellos resulta el primer paso a seguir. Tampoco nos ayuda recurrir a las mismas alternativas aunque en experiencias previas hayan resultado positivas, ya que si en esta ocasión varía el resultado nos sentiremos abrumados y descolocados.
Tomar decisiones a ritmo frenético nos hace plantearnos que debemos entrenar y aprender a emplear nuestras habilidades para una adecuada gestión.