Ser perfeccionista

Aunque normalmente el perfeccionismo y la autoexigencia pueden parecer cualidades positivas, dicha necesidad de controlar lo que nos rodea puede acarrear consecuencias negativas.
La obsesión con intentar realizar cada vez más cantidad de cosas de forma perfecta teniendo en cuenta todos los factores, hace que tarde o temprano algo se nos escape y surjan las temidas emociones negativas, como: la ansiedad, tristeza o irritabilidad.
La autoexigencia y el excesivo control son enemigos silenciosos, ya que se instauran en nuestras vidas poco a poco, hasta que dominan todos los ámbitos, pasando de querer hacer bien nuestro trabajo, ser buenos padres o tener una buena relación de pareja, a querer ser el trabajador, el padre o madre, y pareja perfectas, en la que los fallos se magnifican y las soluciones escasean, generándonos pensamientos y expectativas negativas que interfieren en nuestra autoestima y capacidad para disfrutar de nuestro día a día.
Debemos darnos cuenta del comportamiento que tenemos hacia nosotros mismos para poder generar estrategias de cambio, donde podamos permitirnos fracasar y aprender de ello.