La soledad es cada vez más frecuente en nuestra población, ya que conforme avanzan las generaciones no se concibe una vida conjunta bajo el mismo techo, si no que se prioriza la independencia de los miembros, lo que ha generado que muchas personas envejezcan solas en sus hogares.
Aunque nuestra percepción de la soledad juega un papel fundamental, debemos reconocer que pocas personas se sienten a gusto permaneciendo períodos prolongados bajo esta circunstancia, ya que no solemos elegirla como opción.
La mayoría preferimos intentar encontrar un equilibrio entre momentos de soledad donde poder concentrarnos y disfrutar de nosotros mismos; y momentos de sociabilización.
La soledad no elegida si no impuesta por circunstancias de la vida, es la que nos genera profundos sentimientos negativos (tristeza, sensación de desamparo), alteraciones en nuestra rutina diaria (permanecer más tiempo en la cama, no querer hablar con otras personas) y/o realización de actividades compulsivas (comer en exceso, comprar sin control, tabaquismo).
Para combatir la soledad, cuando nuestra percepción es negativa, debemos tratar de cambiar su significado, intentando disfrutarla y reservando momentos para estar en compañía involucrándonos en actividades.