A lo largo de una relación de pareja prolongada pueden surgir crisis ya que ambos miembros van cambiando a lo largo de la misma sus caracteres así como, las circunstancias que los rodean, haciendo que los mismos se adapten o surjan más problemas.
El ritmo de vida cada vez más rápido y exigente que llevamos, la falta de intimidad y la ansiedad hacen que seamos más susceptibles a padecer crisis de pareja.
Cuando pasamos la fase de enamoramiento y comienzan a surgir nuevos retos como: la convivencia, la formalización de la pareja, la búsqueda de descendencia o las dificultades económicas, aumentan la irritabilidad y las discrepancias resaltando lo negativo.
Las principales consecuencias de las crisis de pareja son la disminución de la vida sexual, la escasez de comunicación, y el aumento de conflictos.
Para poder avanzar se recomienda no hacer reproches, escuchar, expresar de forma clara y respetuosa nuestra opinión, intentar generar proyectos en común, dedicarse tiempo y confiar en la otra persona.