Todos experimentamos vergüenza ante determinadas situaciones o personas, pero cuando se convierte en algo habitual, debemos replantearnos que si actuamos conforme a nuestro sistema de valores morales, aumentará la seguridad en nosotros mismos y disminuirá nuestra vergüenza social.
En ocasiones, la vergüenza va asociada también a nuestra autoestima, y a la excesiva preocupación por ser aceptados, por lo que en estos casos, debemos normalizar que tenemos imperfecciones y asumir que siempre cometeremos errores, ya que es la base del aprendizaje. Exponernos a nuestros miedos de forma progresiva puede ser un buen comienzo, generando sentimientos positivos que nos ayuden a adquirir confianza.