El Gaslighting, se introdujo en los años 60, para referirse a una estrategia de abuso mental.
En dicha estrategia, una persona pretende intencionadamente hacer creer a otra que malinterpreta, no recuerda o confunde los acontecimientos, generando desconfianza en sí misma y desorientación.
Este suceso implica el desmantelamiento sistemático de la percepción de la realidad de una persona, para lograr el control absoluto de la misma. Usualmente, el manipulador niega lo que dijo o sucedió, dice a la otra persona que lo ha entendido todo mal, finge no comprender o no querer «volver» a hablar sobre algo que nunca antes se ha mencionado, acusa de posesiva o celosa a la otra persona, la aísla, la acusa de tener mala memoria, etc.
Normalmente, se emplea entre padres e hijos, o entre los miembros de una pareja, ya que debe existir un vínculo afectivo fuerte.
El manipulador, no suele emplear la violencia, y suele mostrarse amable, educado y encantador en sociedad, para que su entorno pueda reforzar su versión. Por otra parte, las víctimas, suelen ser personas inseguras, con baja autoestima, con necesidad de aprobación, que llegan a desconfiar de su propio juicio e idealizar al manipulador, asumiendo su versión de la realidad como única.