Escribir favorece nuestro bienestar psicológico, ya que nuestro pensamiento transcurre de forma instantánea, desordenada y muy veloz, lo que nos lleva en múltiples ocasiones a pasar desapercibidos detalles importantes, anclarnos en un mismo pensamiento o ser sumamente negativos de forma inconsciente, etc.
Cuando somos niños, muchos padres nos habitúan a escribir en un diario, hábito que normalmente se va perdiendo conforme llegamos a la etapa adulta; y esto no debería suceder así, ya que escribir conlleva múltiples beneficios, por ejemplo: nos ayuda a la reflexión, tomamos objetividad en las situaciones, nos desahoga y calma, etc.
A veces, la escritura forma parte de la terapia psicológica, mediante la realización de actividades más complejas que un diario, pero que en definitiva, nos invitan a expresar emociones, organiza nuestras ideas, o nos ayudan a afrontar situaciones traumáticas o muy estresantes.
Y es que la realización de esta actividad, tanto a nivel terapéutico, profesional (escritores, periodistas, etc.) o por hobby, nos permite poder expresar de alguna forma todo lo que pensamos y sentimos sin sentirnos juzgados.