Preparándonos para una operación

El estrés prequirúrgico es muy común en todos los que pasan por una intervención, ya que la persona se ve sometida a elevados niveles de ansiedad junto con gran cantidad de información, que en muchas ocasiones no podemos asumir en tan poco tiempo; siendo más frecuente entre las mujeres.
Los elevados niveles de estrés, juegan un papel fundamental en nuestra contra, ya que disminuyen nuestros niveles de comprensión y percepción de la realidad, aumentando la negación de la situación y la irritabilidad.
Existen determinados indicadores intrapersonales que elevan el riesgo de experimentar mayor estrés, como: padecer una enfermedad mental, experiencias previas negativas, situaciones personales negativas, escaso apoyo familiar, etc.
Según diversas investigaciones científicas, cuando la ansiedad del paciente es muy elevada, su recuperación se ve perjudicada, ya que será más lenta y complicada. Esto se manifiesta en trastornos del sueño, dificultades en la cicatrización, aumento en la percepción del dolor y baja adhesión al tratamiento.
Hasta un 54% de la población puede experimentar síntomas depresivos pre o postoperatorios, un 78% suelen presentar alteraciones del sueño y un 22% elevada irritabilidad y ansiedad.
Los factores más estresantes para las personas que se van a someter a una intervención son: el desconocimiento de detalles de la intervención o enfermedad, preocupación por personas a cargo, repercusiones económicas, ingreso repentino, la anestesia, etc.