Sin consuelo

A veces parece que nada nos motiva, que nada tiene sentido y que nadie nos entiende, llevándonos a experimentar sentimientos de soledad, frustración, apatía y soledad.
En ocasiones, podemos detectar con facilidad el detonante que nos ha hecho llegar a esta situación, como, por ejemplo: la muerte de un ser querido, una separación, la pérdida o el estancamiento del trabajo o la aparición de una enfermedad; pero en otras ocasiones, no está tan claro, lo que aún nos genera más malestar, ya que la mayoría de nosotros, queremos respuestas: ¿por qué me pasa esto a mi?, ¿qué he hecho mal?, ¿cómo puedo seguir adelante?
Mientras nos mantenemos concentrados en la rutina de nuestra vida diaria, percibimos qué todo fluye y lo tenemos bajo control, son los imprevistos, los que manejamos peor, ya que requerimos poseer una elevada capacidad para adaptarnos a las nuevas demandas y para motivarnos a pesar de las circunstancias.
Buscar actividades que nos hagan sentir bien con nosotros mismos y con nuestro entorno junto con analizar los aspectos que nos ayudan y hacen sentirnos bien de nuestra personalidad harán que estos momentos sean más llevaderos.