Cuando nuestro entorno nos genera fuertes demandas que no sabemos como asumir o gestionar, se generan múltiples sentimientos negativos como ira, ansiedad, miedo o nerviosismo, que acarrean elevados niveles de estrés.
El estrés puede actuar como estímulo, respuesta o interacción.
Según Lazarus, el estrés surge cuando existe una incongruencia entre las características de la situación y los recursos del individuo para afrontarla, considerando más importante la valoración que hace el individuo de la situación estresora que las características objetivas de la misma.
Esto nos lleva a la importancia de dotarnos de habilidades de inteligencia emocional para poder superar las situaciones estresantes a las que nos encontramos a lo largo de nuestra vida, como: el fallecimiento de un familiar, enfermedades, separación, dificultades económicas, pérdida de empleo, etc.