Cuando nos planteamos mantener una relación más seria o estable con alguien nunca pensamos en separarnos, ya que si no, no comenzaríamos relación alguna, pero en ocasiones, tenemos que tomar esta decisión por nuestro propio bien y el de nuestros allegados. Existen muchos motivos que pueden originar una ruptura, pasando desde las míticas infidelidades hasta que simplemente llegue un momento en que no es posible ponernos de acuerdo con nuestra pareja y las discusiones no cesen, acumulándose un continuo malestar e incomodidad en nuestro propio hogar que lleve a la extinción del amor, y por ende, a resaltar tan sólo los aspectos negativos de la otra persona.
La mayoría de las parejas cuando se separan desgraciadamente no terminan bien, llegando a profesarse odio infinito hasta niveles incívicos o utilizando a los hijos comunes como arma arrojadiza, y este es el aspecto que vamos a tratar en este artículo, cómo evitar que esto suceda e intentar que sobre todo cuando haya hijos por medio, la ruptura sea lo más saludable posible.
El rencor y el odio predisponen a las rupturas tóxicas, llegando a límites insospechados y anulan por completo nuestro sentido común, no permitiéndonos tomar decisiones de forma objetiva, por mucho que hayamos querido a nuestra expareja o que nuestros hijos sean lo mejor del mundo, parece que se nos nubla el raciocinio y damos prioridad a obtener el sufrimiento del otro. Cuando pasa el tiempo hay personas que van superando la situación, si no de buena gana, al menos logran “olvidar” y aprenden a coger las riendas de su nueva vida, dejando atrás el rencor, pero no vamos a negar, que otras quedan estancadas en esta etapa. Seguro que conocemos a personas que se han divorciado desde hace años, y que aún nombran lo que les hizo su ex pareja en el pasado o incluso que continuamente rememoran momentos de sus relaciones pasadas, en ocasiones con atisbos de nostalgia y en otras con connotaciones de antipatía.
Creo que lo primero que se puede aconsejar en el caso de una separación independientemente de si has tomado tu la decisión o la otra persona, y hago esta referencia, ya que no es lo mismo ser dejado que dejar; asumiendo que ser dejado conlleva mayores sentimientos negativos hacia la otra persona y falta de aceptación. Debemos darnos un tiempo para asimilar la situación, ya que es un cambio brusco que acarrea tomar muchas decisiones así como, afrontar nuevas situaciones, y cuando tienes hijos la situación empeora en cuanto a complejidad, ya que una vez más, tu prioridad a la hora de tomar decisiones deben ser ellos, no quiero decir con esto que no debas vivir ni disfrutar de la vida, pero si que debes mantener una posición lo más equitativa posible en la que tu objetivo sea que tus hijos se encuentren bien en ambos hogares y afrontar la situación sin obsesionarse con lo que está haciendo la otra persona en todo momento. En segundo lugar, intenta crear una nueva rutina en tu día a día, en la que tengas tiempo para ti mismo y tus aficiones, en la que simplemente haya momentos para desconectar y no tener que tomar decisiones. Realizar alguna actividad deportiva te ayudará a gastar esa energía que todos acumulamos y que en ocasiones parece desbordarnos cuando nos encontramos nerviosos o enfadados, por lo que, indudablemente esta es una opción que debes considerar.
En tercer lugar, quererte es un aspecto que nunca debes olvidar. Frecuentemente podemos observar cómo algunas personas cuando pierden la estabilidad proporcionada por su pareja, se llenan de inseguridades, llegando a transformarse en personas desconocidas para sí mismas y para su entorno más cercano, como si de repente se encontrasen perdidas en sus propias vidas, dejando de cuidarse y de relacionarse con su entorno. A este respecto sólo puedo decir, que respetarse a uno mismo implica muchas cosas, y entre ellas está quererse a uno mismo y no dejar a un lado aquello que nos gusta, no perder, en esencia lo que somos.
Finalmente, creo que debemos tomar conciencia de que si un adulto lo pasa mal durante un proceso de separación, ya que cambiamos toda nuestra vida para volver a empezar, para los niños, es peor, ya que en muchas ocasiones no entienden por qué se produce este hecho, originando fuertes sentimientos de culpabilidad, que llevan a un descenso en el rendimiento académico y en la autoestima. Enseña a tus hijos mediante el ejemplo, que una separación no es el fin del mundo, que se puede superar y lo más importante, que ante estas situaciones debemos comportarnos como seres civilizados, en el que no tienen que escuchar faltas de respeto hacia el otro progenitor ni ser víctimas de decisiones incongruentes sólo para fastidiar a la otra persona. Enséñales que separarse cuando ya no sé es feliz puede ser una opción legítima, y que no tiene porqué tener un mal final para todos.
Es muy duro buscar una explicación cuando todo en nuestra mente iba bien, pero sea como sea, lo importante es que el amor es cosa de dos, y si una parte ya no comparte los mismos sentimientos, lo ideal sería que al menos perdurase el respeto que se merece ese tiempo compartido y vivido. No importa cuál sea el motivo, ni lo que diga tu entorno, ya que bajo la mirada continua del rencor y la frustración, solo conseguirás hacerte daño a ti mismo, y tú mereces continuar con tu vida, y lo que es más importante, disfrutar de la misma.