Las redes sociales siempre han servido de desahogo, para pedir consejo o como método para alardear de nuestras posesiones, actividades, etc. pero en el último año su consumo ha aumentado un 55% en España. Esto es debido a que somos seres sociales que necesitamos hablar y compartir lo que nos sucede, así como sentirnos apoyados. En tiempos de confinamiento las redes sociales también jugaron un papel de conexión con la realidad, proporcionándonos sentimiento de pertenencia a un grupo. Las redes sociales no pueden sustituir un abrazo pero las palabras de ánimo ayudaron a muchas personas que estaban pasándolo mal. Por tanto, las redes sociales nos ayudaron y ayudan a normalizar situaciones, a desahogarnos, a sentirnos acompañados y a comunicarnos con nuestros amigos y seres queridos, pero también tienen una parte negativa, ya que nos exponemos a las críticas en ocasiones destructivas de personas que a veces ni conocemos, nos pueden generar falsas expectativas y accedemos en muchas ocasiones a un exceso de información no corroborada que puede resultar falsa. Mis consejos son que hagamos un uso moderado de las nuevas tecnologías, desarrollando otras actividades que no hagan sentir bien, como por ejemplo: leer, hacer ejercicio o escuchar música; además de intentar llevar a cabo una rutina diaria que nos otorgue estabilidad.