En 1938, Viktor Frankl nombra por primera vez la «logoterapia», técnica basada en que la propia persona es el protagonista de su felicidad y logros, desempeñando un rol constructor dentro de los mismos. Según dicho autor, las personas siempre podemos dar sentido a nuestras vidas independientemente de las circunstancias que atravesamos. Lo que está en nuestra mano es decidir la actitud a adoptar ante las adversidades. Viktor creía que las enfermedades psicológicas surgían cuando la persona no tenía «fortaleza» o encontraba sentido a su existencia; y aportó una serie de valores que nos producen felicidad, como: el trabajo y contribuir a la sociedad, nuestra experiencia al interactuar con el entorno, y la actitud al superar las dificultades. Como conclusión, independientemente de que en la actualidad podamos aplicar en mayor o menor medida su aportación a la terapia psicológica actual, debemos recordar uno de sus argumentos, cuando decía, que el malestar en sí mismo no es lo más importante, si no el significado que damos al sufrimiento.